martes, 5 de octubre de 2021

 …EL AMOR NUNCA ES SUFICIENTE…

Aunque el amor es un incentivo poderoso en la pareja, para que se ayuden y apoyen, se hagan felices el uno al otro y creen una familia, no constituye en sí mismo la esencia de la relación, pues no provee las cualidades y aptitudes personales que son decisivas para sustentarla y hacerla crecer.

Hay cualidades especiales como compromiso, sensibilidad, generosidad, consideración, lealtad, responsabilidad, confiabilidad, que son determinantes para una relación feliz.

Los integrantes de la pareja deben cooperar,  respetar y proceder con decisiones solidarias. 

Deben saber adaptarse, reconocer errores y perdonar.

Tienen que ser tolerantes con los defectos y rasgos particulares del otro.

Si se cultivan esas “virtudes” durante cierto período, la pareja se desarrolla y madura.

Una pareja que convive difiere de otras relaciones. Está comprometida en una relación duradera, cada uno de sus integrantes desarrolló ciertas expectativas con respecto del otro.

 La intensidad de la relación alimenta ciertos anhelos, largo tiempo latentes, de amor, lealtad y apoyo incondicionales.

Todo lo que haga el cónyuge está dotado de significados que derivan de deseos y expectativas de cada integrante.

Debido a la fuerza de los sentimientos, las esperanzas, la profunda dependencia y los significados simbólicos decisivos, a veces arbitrarios, que atribuyen a los actos mutuos, los cónyuges son propensos a interpretarlos mal, que a pensar en el conflicto como en un problema que puede solucionarse.

A medida que surgen las dificultades y proliferan las hostilidades y los malentendidos, los cónyuges pierden de vista aquellos aspectos positivos que su pareja les aporta y representa

Es decir, llegan a dudar de la propia relación y pierden así la oportunidad de desenredar los nudos que deforman el mutuo entendimiento.


            ¿¿¡¡DESENREDAR LOS NUDOS!!??  

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