martes, 20 de diciembre de 2022

 

Libro: “Falacias del amor” Autor: Roxana Kreimer    (4° parte)

“Es el amor. (...) La hermosa máscara ha cambiado, pero como

siempre es la única”. (Jorge Luis Borges, El amenazado)

Reflexionar sobre el amor constituye un verdadero desafío en momentos en que los cambios científicos se tornan vertiginosos, cuando es posible escindir por completo la sexualidad de la reproducción, cuando los métodos de fertilización asistida plantean cambios que apenas alcanzamos a vislumbrar, cuando asistimos a cambios sustanciales como la disolución de un modelo de familia centrado en la crianza de los hijos.

Encuentro que el amor puede exceder en mucho el período del enamoramiento o del amor pasión.

El amor-acción o amor-compañero es un amor de más largo alcance que implica querer al otro porque se lo conoce y se goza de su presencia y no de su ausencia, una relación en la que el paso del tiempo puede estrechar el vínculo y convertirse en un dato a favor y no en contra, y en la que es posible sobrellevar los problemas que necesariamente alcanzan a toda relación humana duradera.

Creo que el amor en sus múltiples formas tiene un fuerte componente emancipador ante la lógica ascética del trabajo y del deber. En un mundo cosificado y hostil;

 el amor aún representa el reino de la gratuidad.

Encuentro que un desafío importante para el individuo contemporáneo es el de aceptar el carácter problemático del amor frente a las imágenes idealizadas de gran cantidad de representaciones culturales.

La pareja sigue siendo el ámbito donde es posible aunar una ética de la ternura con el sexo, cultivando al amor como un arte, es decir, aprendiendo del error para barajar nuevamente las cartas de uno de los juegos más bellos y antiguos del mundo.

 

CULTIVAR EL AMOR COMO UN ARTE

martes, 13 de diciembre de 2022

 

Libro: “Falacias del amor” Autor: Roxana Kreimer    (3° parte)

“Es el amor. (...) La hermosa máscara ha cambiado, pero como

siempre es la única”. (Jorge Luis Borges, El amenazado)

El amor cortés medieval subrayó la identificación del amor con el deseo, y del deseo con la ausencia. La exaltación del amor no correspondido propia de la cultura de masas contemporánea es tributaria del canto de aquellos trovadores que entendieron que el sufrimiento era prueba necesaria y suficiente del amor.

El romanticismo consagró a la infelicidad como destino del amor.

Madame Bovary, la novela realista de Flaubert, describió la infelicidad de la mujer burguesa educada en el romanticismo, y fue una historia arquetípica en la descripción de los efectos indeseados que la “educación para el amor” (bovarismo) suele tener en gran cantidad de mujeres. Flaubert valora al amor-pasión en su justo límite, no lo considera omnipotente e incluso lo desmitifica por la frecuencia con que conduce a la desdicha al abrevar en ausencias, idealización y expectativas desmedidas.

La revolución sexual que tuvo lugar a mediados del siglo XX invirtió definitivamente el dualismo platónico y cristiano: el cuerpo sería ocasión para la alegría, para la experimentación y para la libertad. Todas las orientaciones sexuales serían admitidas.

Siempre que se ama existe la posibilidad de sufrir.

Parte de la cuota necesaria de sufrimiento que implica el amor se vincula con el hecho de que, como individuos modernos y occidentales, debemos elegir por nuestra cuenta a la pareja con la que compartiremos gran cantidad de momentos de nuestra vida.

Como sujetos modernos, estamos librados a nuestras propias fuerzas. Como sujetos modernos, somos compelidos a pensar que el cambio siempre es bueno para nuestras vidas.

Como sujetos modernos, también, vivimos una época en la que el lazo social tiende a quebrarse.

Algunas personas encuentran en la familia, en los amigos o en la pareja un amparo que los preserva de las inclemencias de un individualismo feroz.

Otros sufren uno de los efectos más penosos del individualismo moderno: se sienten solos, desamparados, excluidos de la estructura de “vida en pareja” o de “vida en familia” que aún parecería signar hegemónicamente a ciertas sociedades. Si desean encontrar un amor.

En grandes ciudades como Nueva York o Berlín parece bastante más frecuente que el eje articulador de la vida sean los amigos y no la pareja. En estas ciudades, no estar en pareja no parece tan desafortunado como en otras ciudades más conservadoras (tal el caso de Buenos Aires).

Una de las consecuencias del atomismo contemporáneo y de la moderna libertad de elección de pareja es que los mecanismos sociales que facilitan este cometido son insuficientes. Internet palió de algún modo esta dificultad, posibilitando una red de conexiones humanas impensables hasta hace pocos años y un contacto menos mediado por la presencia física, pero potenciando también la idealización mediante el juego de ausencias planteado por el género epistolar.

 

Un poco de historia….

  Libro: “Falacias del amor” Autor: Roxana Kreimer     (4° parte) “Es el amor. (...) La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre e...