miércoles, 12 de octubre de 2022

 

 Libro: “Falacias del amor” Autor: Roxana Kreimer

“Es el amor. (...) La hermosa máscara ha cambiado, pero como

siempre es la única”. (Jorge Luis Borges, El amenazado)

En Occidente ha prevalecido una concepción irracional sobre el amor. Curiosamente éste fue uno de los aportes más significativos de los antiguos griegos -fundadores de la cultura racionalista- a nuestras formas contemporáneas de entender el amor, y también una de las tantas razones por las que se ha establecido un nexo tan estrecho entre amor y sufrimiento.

A diferencia de los hindúes, de los chinos o de los japoneses, los griegos no entendieron al amor como una virtud por ser cultivada sino como una enfermedad, como una forma de locura que, aunque muy dulce, puede destruir todo lo que una comunidad e incluso el mismo amante valoran.

El amor no fue considerado un arte, una práctica que se enseña, se aprende y se perfecciona, sino un mecanismo irracional, espontáneo, no intencional e inducido desde el exterior, que deja al individuo, a merced de fuerzas completamente externas a sí mismo.

Un refrán popular previene que “la única ventaja de jugar con fuego es que uno puede aprender a no quemarse”.

Desde una perspectiva completamente irracionalista del amor, estaríamos condenados a quemarnos una y otra vez.

La concepción hegemónica que hemos heredado de los griegos identifica al amor con una forma particular y breve del amor que conocemos como enamoramiento, una exquisita efervescencia con pronta fecha de vencimiento, basada en la idealización y en la ausencia del ser amado.

Esta noción ha dado lugar a una recurrente falacia en el discurso amoroso, la de la ambigüedad que supone el uso de la palabra amor con sentidos diversos a lo largo de un mismo razonamiento, por ejemplo cuando se afirma que la pareja debe estar basada en el amor (en referencia a una acepción amplia que conjuga la atracción sexual con el compañerismo y el apego que se establece con el paso del tiempo), y que por tanto cuando uno de sus integrantes no ama (en alusión a la efervescencia del enamoramiento), ya no tiene sentido seguir juntos.

 

continuará….

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