Este
soy yo, en este momento, no lo niego.
¡¡¡LO ACEPTO!!!
A partir de aquí cada experiencia de vida conlleva un
aprendizaje. ¿Tengo la habilidad necesaria para revolver la situación de manera
positiva?
¿Por qué los cambios nos cuestan
tanto?
Varias
disciplinas; la neurociencia, sociología, psicología, nos han confirmado lo que
todos nosotros sabemos muy bien: el
cambio es difícil. Y esto es una verdad.
El cambio es, al mismo tiempo, delicado, frágil, caótico y complejo.
Una de
las razones principales de esta dificultad es que los sistemas complejos, como
la mente humana, tienden a la homeostasis, es decir, a equilibrar
el movimiento en una sola dirección, con mínimos movimientos compensatorios en
la dirección opuesta.
En otras
palabras, si te sentís confortable
con tus pensamientos, emociones y comportamientos, entonces sos consistente como persona.
Pero si no, entras en conflicto.
Cambiar
muchas veces implica entrar en conflicto.
Esto
significa admitir que comportamientos de tu pasado estaban mal o simplemente no
te hacían feliz, y esta ruptura con el pasado es un gran disparador de ansiedad.
Ansiedad que se establece por la inconsistencia entre
lo que hiciste —o cómo lo hiciste— en el pasado y tus nuevas creencias del
presente.
Cambiar es aceptar que no siempre
vas a estar bien, ni siempre vas a tener razón, ni siempre vas a querer lo
mismo para tu vida porque, por suerte, vamos evolucionando.
Si miro con atención mis pensamientos y emociones en cada situación de vida, esto me permitirá: conocerme a mí mismo. Aceptando las vivencias como propias, cada una de ellas nos llevara a estar en permanente cambio.
“El tipo de vida que vivirás mañana
comienza con tu mente del hoy”
JOE BATTEN
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