domingo, 6 de noviembre de 2022

 

 Libro: “Falacias del amor” Autor: Roxana Kreimer    (2° parte)

“Es el amor. (...) La hermosa máscara ha cambiado, pero como

siempre es la única”. (Jorge Luis Borges, El amenazado)

Entender al amor como un sentimiento espontáneo y repentino (tal la concepción del flechazo) y no como una relación que se construye a lo largo del tiempo, supone el desarrollo de altas dosis de idealización. Con frecuencia se incurre en una falacia de generalización indebida al considerar que en unos pocos encuentros resulta evidente que los amantes están “hechos el uno para el otro”.

Se espera que la pasión se afiance en la pareja, pero cuando el hechizo se ha roto -y la pasión es finita por definición-, sólo resta el desengaño, la desilusión o el omnipotente deseo de cambiar al otro. El divorcio aparece entonces como la resolución previsible de un sentimiento que no puede durar. Este proceso de desencantamiento también se vincula con la falacia de falsa analogía presente en el mito del andrógino (divulgado popularmente como el de las “almas gemelas” o el de la “media naranja”).

De la analogía de las “almas gemelas” se desprenden otras ideas que han contribuido a anudar amor y sufrimiento: la de no juzgarse

“completo” si no se está en pareja, la de confundir la pérdida de un amor con la pérdida de nuestra capacidad de amar y el supuesto de que una y sólo una persona está destinada a “hacernos felices” en el amor. La falsa analogía de las almas que vagan en busca de su mitad perdida también dio lugar a la falacia de la falsa dicotomía (o falacia del blanco y negro), que plantea mediante juegos de oposiciones dos alternativas, sin considerar que en realidad existen muchas más. Los crímenes y los suicidios pasionales, un tópico de referencia obligada desde la mitología griega hasta el presente, con frecuencia presuponen esta concepción según la cual sólo una persona está “destinada” a amarnos.

Si la relación con el “alma gemela” no es posible, la vida carecería de sentido. Nuestra propia integridad habría sido avasallada. Pero el amor no consagra la individualidad. No somos naranjas rebanadas ni erramos en busca de nuestra mitad perdida. Encontraremos personas afines pero distintas a nosotros a las que podremos amar más allá del período de encantamiento primero (si lo hubiere), de acuerdo a nuestra disposición para conciliar las diferencias y a resolver los problemas que sobrevienen a toda relación humana que se prolonga en el tiempo.

La concepción platónica, también contribuyó a estrechar el lazo entre amor y sufrimiento. La cultura occidental pareció poco interesada en focalizar su atención en un arte de amar, que en inscribir el discurso amoroso en el registro de lo prohibido y de lo permitido, en el de las “normas” y en el de sus supuestos “desvíos”.

De ahí la fascinación por los

“amores prohibidos” y la identificación del “triángulo amoroso” con el argumento de las historias de amor.

  Libro: “Falacias del amor” Autor: Roxana Kreimer     (4° parte) “Es el amor. (...) La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre e...